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Señor Jesucristo, único Salvador del mundo, ayer, hoy y siempre; Cristo evangelizador, enviado por el Padre, danos la gracia de descubrir el bautismo como fundamento de nuestro ser cristiano y apostólico; suscita en cada uno verdaderos anhelos de santidad, penitencia y conversión, para que, profundizando en la Palabra y viviéndola en la liturgia, comuniquemos a otros, la doctrina de la fe. Dirige nuestras mentes y nuestros corazones hacia el Padre tuyo y Padre nuestro a cuya casa viajamos en peregrinación. Él nos dará fuerza para reconocernos hermanos de los pobres y marginados y para aceptar que los hombres alejados de Dios, y los que no han tenido noticia de Jesucristo, son también hijos del mismo Padre. Envía, Señor, tu Espíritu, que construye el Reino de Dios en la historia, nos llena de esperanza hacia la meta final e impulsa nuestra caridad en el esfuerzo cotidiano de transformación del mundo. María, madre y modelo de la Iglesia, nos motivará a cumplir nuestra tarea en el camino del Jubileo, pues nos insiste, afectuosa y previsora: "Hagan lo que Jesús diga". |